Delirio

En una esquina, cruzado de brazos, espero.
Repito mentiras para sobrevivir a tu recuerdo.
Aquí el viento da muchas vueltas y trae basura y tu perfume.
Demonios.
No sabía que podían galoparme tantos caballos en la cabeza.
Me duele. Parece que quieren salirme cuernos.
Me los merezco, los he ganado, te lo aseguro.
El pecho también me duele, junto al corazón.
Creo que ya hay espacio para alguien más.
Tal vez para ti, no lo sé. No puedo respirar. Me ahogo.
Hay tantas formas de morirse.
Pero ninguna más tonta que morir de amor.
Es mucho más original resbalar en el baño y desnucarse.
O rodar graciosamente por las escaleras.
La vida debiera ser sólo para los enteramente valientes.
Somos tantos los mediocres que no merecemos ni los ojos,
ni las lágrimas, ni los labios. Menudo desperdicio de milagros.
Ahora bien, me dispongo a cometer mi último acto cobarde.
Tengo una pistola en la mano. Se la robé a mi padre.
Él la tenía escondida en un cajón para asustar a los ladrones.
Aunque no lo creas, funcionó. Nunca nos visitaron.
También tengo una nota, a tu nombre, claro.
Soy sólo un romántico suicida convencional y estoy loquísimo.
Tú ya lo sabes. Hasta luego.