No son las alas de arcángel derrotado
o la aureola caída.
Ni los ojos agotados
o los dientes caníbales.
No es tu belleza cansada
o el pasado enamorado
que me compartes.
Son los sueños prohibidos
que la trampa de tu boca ofrece.
Es la maldad en tus manos culpables.
Es la tentación en tu piel de marfil, de manzana.
Unicornio blanco de crin negra,
sin magia ni virtud ni pureza,
tu sombra lunar me protege:
diablo guardián.
Tu sensación de pecado
me gusta, me llama,
me conmueve.