Manco

Guitarra inútil,
no tienes quien te toque.
Ahora que estoy manco
extraño tus cuerdas
cortándome los dedos
mientras vibraban,
calientes, tus caderas
de madera excitada
en mis brazos quemados.

Guitarra muda,
me duele más tu silencio obligado
que mis manos ausentes.
No naciste para estar inmóvil,
colgada en la pared como un trofeo.
Me duele más tu suerte de mujer
callada, sometida y resignada
a mi discapacidad,
a mi invalidez de hombre infinito,
inconcluso, sin terminar.

Guitarra mía,
¿qué más puedo decirte?
Te he perdido,
y eso duele más que mis
ridículos muñones abiertos.
Ay, guitarra,
qué pena tan grande,
qué prueba tan dura,
no puedo seguir.
Quisiera sólo morirme.