Tu mirada profunda e inmortal
extiende el manto de la noche.
Tus brazos son aspas de metal
que deshacen el amor a golpes.
Eres la muerte misma que sonríe
cuando la vida cruel no vale nada.
Una marioneta con hilos invisibles
que baila libre hasta la madrugada.
Soy algo que apenas late y sobrevive.
Eso que repta en silencio y muerde
el polvo en los rincones de tu casa.
Soy algo que no muere por cobarde.
Una llama que no quema pero arde.
Alguien que llegó demasiado tarde.