No sé si es vértigo o deseo.
No sé si es gravedad o altura,
pero siempre caigo cuando te veo.
Solamente puede salvarme tu cintura.
Descubro en tu sonrisa nacarada
la posibilidad de un amor enmascarado.
Tu piel acaricia como el mar en la mañana.
Tu humedad es el veneno más dulce que he probado.
Tus labios son exquisitos como tus senos,
tus senos son los ojos del pecado.
Tu aroma es el origen del desenfreno,
tus muslos la carne que muerdo desesperado.
Quiero decir que te extraño y no es suficiente
lo que pueda imaginar aún sin verte.
Pero entiendo que eres libre e indomable,
una mujer sin límites, una criatura inolvidable.