Eres eso que ocurre cuando el sol se esconde.
Eres eso que pasa cuando la noche
declara que la vida es un imperio femenino.
Eres el resplandor que alumbra mis sueños,
ése que incendia mis pesadillas.
Tú dices cuándo comienza el crepúsculo,
cuándo la magia sucede.
Es tu piel el campo donde mi imaginación crece,
donde es posible que el amor exista
aunque un abismo entre la tierra nos separe.
Tengo prohibido tu nombre
porque con él invoco mi desgracia.
Pero no importa, soy un mosquito
que persigue la luz de tu mirada.
Soy eso que no nombras,
la frontera que a veces cruzas
como un acto de venganza.
Soy ése que te quiere aunque no lo veas,
que desde la oscuridad espera al relámpago,
que desde su orilla cree que podrías salvarlo.
Soy nada más que el vértigo, la derrota,
las piedras que caen
mientras asciendes hasta la cumbre.
Soy apenas el eco de tus pasos,
la huella que no sigues,
el tiempo que negarás eternamente;
el ayer que no amanece
aunque el día lo sorprenda
huyendo de tu casa como un delincuente.