No quiero saber cómo.
No quiero ir adónde.
No quiero estar cuándo.
No quiero imaginar qué.
Huyo de los celos y otras
confusiones amorosas.
Solamente admito el deseo,
el brillo de mis ojos en tu piel.
Las suposiciones amistosas.
Llueve y en tu casa sin luz
eres esa flama que sobrevive
a las sábanas, al olvido,
a la costumbre de repetir su nombre.
Eres un arma obscura,
una bandera blanca.
Belleza sin contradicciones.