Me decías que la sonrisa es una máscara
Que la luz es madrastra de las sombras
Que el amor es fuego y no una lámpara
Que las verdades pudren lo que nombran
Por eso tu presencia iluminaba las paredes
y las mentiras eran tu principal idioma
Preferías ser libre para tender tus redes
que vivir resignada a seguir las normas
No eras nada del otro mundo ni pretendías
ser más que una mujer fatal bien atendida
Cazabas desnuda, de noche y a sangre fría
Imposible escapar de tus garras femeninas
Me ahogabas de celos pero eras mi alegría
Monumento del deseo, belleza de cantina