Acariciar tu piel era como escribir a oscuras
Con los ojos cerrados recorría tus renglones
Podía atrapar tu sexo con saliva y literatura
Tu casa fue ese castillo de las tentaciones
El escenario improvisado a nuestra lujuria
Sin embargo no fueron las únicas pasiones
Siempre tuviste más invitados a la tertulia
Cometí el error de aceptar tus condiciones
Creí que podía seguirte el juego hedonista
y toleré ser una raya más en tu larga lista
Hoy estoy a salvo pero agonizo moribundo
Esta historia no tiene moraleja ni lecciones
El atrio de tus piernas es un rincón profundo
Un cementerio ecuestre lleno de gorriones