Hoy la luna es el espejo de tu piel
que he arrancado al tiempo
acariciando el reflejo tembloroso
de tu venganza.
La luna brilla y gime.
Suspira tu luz y mi deseo.
No sabe si el amor
existe y no le importa;
sigue girando, como una diosa
insaciable y loca.
La luna no sabe tu nombre,
y sin embargo, me lo grita
en los ojos cada noche.
Soy un hombre lobo
vencido por tu blancura,
por tus labios del mar de plata.
Tu aroma me convierte
y solamente me salvan
tus piernas carnívoras
iguales a mi rabia,
al hambre que tengo de ti:
infinita y eterna
como el satélite
que nos contempla.