Ya no puedo dudar ni creer.
No hay deseos de venganza.
La noche es cuna del placer.
El ayer un campo de batalla.
Nunca he sido un buen rival
pero he intentado a mi modo,
seguir en lucha contra el mal
a pesar de mis huesos rotos.
Esta realidad es más absurda
que el disfraz de encapuchado.
Quererla así, en la penumbra
ha sido como vivir ahorcado.
El cuerpo del delito, su figura.
Sus ojos, el crimen organizado.