Morena

Te celebro, morena,
con el internacional coro de lunas de octubre
y la sonora metálica de tijeras en la peluquería.

Te celebro, morena,
quemando varitas de incienso en la habitación
extravagante de mi neoliberal vecina sicodélica.

Te celebro, morena,
colgado de las lámparas, muriéndome de miedo,
ahorcado junto al foco para escaparme de mi sombra.

Te celebro, a ti, morena,
que eres capaz de diagnosticar en mi poesía
y saber con qué parte del corazón escribo,
y por qué escribo este silencioso misterio
y este cobarde amor anónimo por ella.

Te celebro, a ti, morena,
que vas y vienes en mi memoria como un monzón
de junio a mayo. A ti, te celebro, morena,
aunque me falten palabras para festejarte completa.

Morena, táctica y estrategia efectivas para colocarte
sin pretexto en mi recuerdo. Te quiero, así nada más,
así de simple, te quiero, sin intención ni concierto,
te quiero, porque hoy es viernes y se me antoja:
te quiero, te quiero, te quiero,
ahora ven, morena, y dame un beso.