Daría este rompecabezas nocturno de una sola pieza
por verte otra vez dormida, horizontal, sobre la cama,
roncando. Y por oírte gritar a medianoche, asustada,
bañada en sudor, manojo de nervios, mal del alma.
Ofrecería este rojizo tictac nervioso por saber que estás
nuevamente en pie de guerra. Armada hasta los dientes
con inesperadas espadas de alegría y un corazón-escudo
para morir y regresar con los secretos del Otro Mundo.
Vendería mi alma al diablo o mi cuerpo en una esquina
por estar seguro que me extrañas aunque sea un poquito,
o al menos que piensas en mí a veces, carne de mosquito,
dolor a diario, angustia acostumbrada, mal de la oficina.
Entregaría esta mente enferma y este amor enfermo apenas
estrenado por un rato de besos y caricias tuyas, panteonera.
Y por unas gotas de felicidad artificial, peligrosa y pasajera,
intramuscular, ambrosía de jeringa derramada en mis venas.