No sé cómo se formó
esa estatua de arena y sal que admiro,
ni cómo se enfilaron,
decididos, tus corales dientes finos.
Tampoco sé dónde fabricaron
el molde de tus labios infinitos
como cordilleras nevadas de sangre,
ni de dónde vino tanto mar de espanto
a inundar tus tiernos ojos fijos.
Hay tanto tuyo que desconozco:
sólo sé lo que veo y lo que oigo
y algunas cosas que supongo:
sé de tu corazón cantante
que ha preferido mantener silencio,
sé del tesoro
que recuerdas y vuelves a contar llorando,
sé de la mariposa de guerra
que asilas moribunda en tu alma esperando
el fin o la victoria de las flores.
También sé del intento estúpido
por amarte y recordaras siquiera mi apellido,
sé del proyecto de pérdidas
con el cual gané y desgané
tanto tuyo y tanto mío,
sé que en tu nombre me lancé
a amar a otras y a olvidarte de una vez
para no escribirte nunca más.