Eres la historia de un naufragio.
La gran ola que devora hombres
y montañas, las garras del agua
que hacen jirones todo espacio.
Por fortuna, eres una mujer difícil
que nunca ha querido quererme.
Por desgracia, soy un hombre imbécil
que te ha amado casi siempre.
Ya no persigo tu olor ni tu sonrisa.
Nada más pretendo que no duela
la distancia que pones sin medida.
No quiero que mi corazón te espere.
Le diré que apenas fuiste una acuarela,
una obra de arte de los amaneceres.