Yo no sé cómo nace el pan,
pero tengo por cierto
que el universo olvidará
tu nombre de trigo envenenado.
Quiero decir que no importas,
que al final de cuentas
eres tan insignificante como yo,
que solamente te adoraba.
El tiempo y tus malos modales
mostrarán cómo eres realmente:
una egoísta con cola de serpiente.
Qué lástima que resultaras tan común,
cuando te creía extraordinaria.
Qué triste es el orgullo de una solitaria.