A veces me siento enfermo y dividido,
como si mi paredro muriera de tristeza.
Todavía sangro de un costado malherido.
Todavía tu recuerdo destroza mi cabeza.
No entiendo por qué me lastimó tanto
cuando dejaste claro que no me querías.
Desde entonces quiero ahogar en alcohol
el irremediable dolor de mis heridas.
Me abandono y cada noche toco fondo.
La ciudad insiste en iluminar los senderos
donde mi orgullo masculino muerde el polvo.
Soy un quijote sin dulcineas ni escuderos.
Sobrevivo sin agotar mi sed y mi coraje.
Soy el más criminal de los sentimentales.