Ya no me faltas, ya no extraño tu mirada.
El tiempo es otra dimensión de la distancia.
Es probable que la nostalgia me haga trampa,
a veces, quizás, como un dolor fantasma.
Las mentiras nunca sobran,
y sin embargo, el amor estorba.
El deseo acecha casi moribundo, pero
sobrevive en el vestigio de tu aroma.
Mis manos ensayan en otros cuerpos
las caricias que aprendieron en tu sombra.
La dicha era salvaje en esos momentos,
cuando tu piel fue esclava de mi boca.
Cuando mis dedos recorrían violentos
el interior de tus piernas temblorosas.