No creo en dioses ni en el multiverso,
solamente siento distancia y soledad.
Mi corazón sabe de gravedad y tiempo,
huye de los caprichos de la velocidad.
Ella es rebelde como un cometa de sal.
Sospecha que el destino no está escrito,
con intuición y gises adivina el infinito
y lo dibuja en un pizarrón sentimental.
Es este limbo entre la razón y el instinto
un horizonte donde todo puede suceder.
Mis dedos acariciando lo más íntimo,
lo más húmedo y cósmico de esa mujer.
Así nos separan su libertad y mis celos.
Soy polvo en la curvatura de sus senos.