Puede ser que alguna vez,
su risa y su sonrisa
fueron el relámpago
y el trueno de mi alegría.
Puede ser que algunos
de sus temblores me hicieron
creer que me quería.
Puede ser que hubo noches
en las que bajó la guardia
y me dejó hacer con su piel
un himno, una elegía.
Puede ser que me quiso adentro
para vibrar con su energía,
para fingir que podía ser mía.